Por qué no funcionan las Dietas Milagro

Durante años he ayudado a muchas mujeres a perder peso y ponerse en forma; llegan, en su mayoría, a nuestros centros de entrenamiento agotadas después de haber intentado seguir una o varias de las dietas que están de moda y de las que todos hemos oído hablar.

Los resultados normalmente siempre son desastrosos, ya que antes o después aparece el temido efecto yo-yo.

Es decir, recuperan implacablemente todos los kilos perdidos con tanto sacrificio y, aún peor, tienen que afrontar la pérdida de autoestima que conlleva el fracaso y la incapacidad al no conseguir bajar esos «malditos kilos».

Nunca ha habido más gente intentando seguir dietas y nunca ha habido más gente que fracasa en el intento. Según el último estudio de la SEC (Sociedad Española de Cardiología), casi el 40% de la población adulta está en niveles de sobrepeso y/u obesidad.

Siempre me surge la misma pregunta: ¿Por qué las dietas no funcionan?

O todos lo hacemos todo mal cuando nos decidimos a perder peso, o el planteamiento de las dietas que nos proponen está equivocado.

Bien, yo me decanto por la segunda premisa, es más probable que las dietas que nos proponen estén más enfocadas en sacarnos el dinero y ser un negocio redondo para sus creadores, que realmente ayudarnos a estar y mantenernos en forma, y, sobre todo, no creo que tengan como objetivo hacernos sentir bien.

De hecho, algunas de las dietas que más dinero mueven, estamos hablando de millones de euros, y más adeptos tienen, suelen rayar o, para ser honestos, cruzan muchas veces los límites de la salud, proponiéndonos caer enfermos para poder adelgazar, lo que en mi opinión es una auténtica locura.

 

Claves que hay que conocer sobre las dietas milagro

Podría extenderme mucho más pero solo daré unas claves para entender por qué las dietas que intentamos seguir una y otra vez no funcionan, sobre todo cuando lo que nos proponemos es perder grasa y conseguir un cuerpo bonito y saludable.

Espero conseguir con esta información que ahorres dinero y, sobre todo, que no pierdas tu tiempo, tu salud, ni tu autoestima intentando seguir dietas inútiles. Muchas pensaréis que esto que digo de las dietas, ahora que he decidido escribir un libro, «también será» un negocio para mí.

Bien, cualquiera que haya escrito un libro en España, no importa la editorial que lo publique, sabe, no solo lo poco que se paga por este esfuerzo, sino también la cantidad de horas que supone un proyecto como este. Desde luego, económicamente no compensa.

Sin embargo, el hecho de poder compartir con vosotras mi experiencia y poder ayudaros a mejorar es lo que me ha impulsado a aceptar este reto. Para ser 100% sincero, os voy a contar algo que muy pocos saben porque raramente hablo de ello.

Llevo desde los 18 años trabajando como mecánico de trenes en el turno más duro que hay, «la noche». Aunque te pueda extrañar, esto de los trenes lo llevo en la sangre. Mi padre y mi abuelo fueron ferroviarios y yo soy ferroviario.

Todas las noches, cuando cierro mi estudio de entrenamiento personal de Madrid, y mis clientes se marchan a casa, yo me voy a trabajar al taller de la Renfe. En mi salón tengo fotos en las que estoy posando con los trenes, que son lo primero que veo cada día al despertar, y al mirarlas allí, sobre la te impidan conseguir todo lo que te propongas en esta vida.

 

La importancia de la fuerza de voluntad

Si yo he podido conseguirlo trabajando más de 16 horas diarias, ¿qué no podrás hacer tú? Por adversa o difícil que te parezca tu situación, siempre hay alguien que está en peor posición y, sin embargo, lo intenta y lo consigue.

Por eso, cada vez que mis clientes me dicen que llevan una vida muy estresada y que no saben cómo encontrar tiempo para comer adecuadamente o entrenar…

Yo, bueno, sonrío y pienso: excusas, excusas, excusas… y las excusas no son más que trampas que nos hacemos a nosotros mismos jugando al solitario. Imagino que si sigo trabajando en el turno más severo que hay es porque así tengo todas las horas del día para dedicárselas a mi gran pasión, «el entrenamiento personal y el deporte».

Este horario infernal es el que me ha permitido prepararme para los campeonatos a los que he acudido, y viajar por el mundo compitiendo como un atleta de élite.

¿De dónde saco la energía para todo? La respuesta no puede ser más fácil: «del corazón».

En la recta final de la competición, sobre el escenario, siempre siento que la falta de sueño juega en mi contra, que estoy en desventaja con los demás competidores, pero entonces me digo: «Si no puedes dormir como el resto (el descanso es uno de los pilares que favorecen la recuperación muscular), tendrás que poner más pasión y disciplina en tus entrenamientos y en tu dieta».

Y esa ha sido mi vida. Tener mayor disciplina para compensar la falta de sueño y llevar una dieta más estricta para compensar mi mala genética.

Como sano, entreno duro, trabajo mucho y soy feliz… lo de dormir, bueno… Hacemos lo que podemos.

 

La maldición de las flaquigordas

Las clientas con las que más duro tenemos que trabajar son las que llamamos las «flaquigordas».

Mujeres que aparentemente están pocos kilos por encima de su peso, pero que si las observas físicamente su apariencia es de flacidez. La mayoría de ellas con un verdadero problema de celulitis e hipotonía generalizada.

Es decir, falta de tono muscular y un exceso de grasa de entre 3 y 10 kilos. Estas mujeres viven su día a día sometidas a dietas de todo tipo, en busca del cuerpo perfecto que nunca llegan a tener. Pasan los años alternando dietas y restricciones con épocas de excesos y escasa actividad física.

El resultado es que raramente consiguen bajar esos kilos, y aunque muchas de ellas vestidas pasan por mujeres delgadas, cuando se ven sin ropa se dan cuenta de los estragos que tanta dieta yo-yo ha hecho más populares y, también, las que está más que demostrado que dan peores resultados.

Es decir, las dietas hiperproteicas y/o las dietas muy bajas en calorías o hipocalóricas, como las dietas milagro.

Dietas que se basan en eliminar de nuestra alimentación algún macronutriente por un espacio de tiempo determinado.